CHICHÉN ITZÁ, LA HERENCIA MAYA
«Salimos de viaje a México para conocer Chichén Itzá, los restos de una antigua y fascinante ciudad maya»
Tenemos bastante desconocimiento de las culturas americanas que habitaban el continente antes de la llegada de los europeos. Esto es una realidad. Si bien es cierto que a todos nos suenan los grandes pueblos como los mayas, aztecas o incas, sigue existiendo cierto desconocimiento en cuanto al donde, cuando y como. Por ello, y con animo de paliar un poco mi propio desconocimiento sobre el tema, hoy quiero profundizar un poco más en una de estas culturas en concreto.
Si estáis interesados en culturas americanas, os recomiendo que os paséis por los artículos en los que hablábamos de los pueblos del Titicaca, igualmente fascinantes.
Hoy sin embargo, nuestra atención se va a focalizar en la península del Yucatán, en México, donde encontramos los restos de una de las civilizaciones más enigmáticas y fascinantes de américa central: los Mayas.
Si bien el artículo de hoy va a centrarse en la antigua ciudad de Chichén Itzá, creo que es importante primero conocer su pasado. No solo de la ciudad, sino el contexto en que esta civilización floreció. Vamos a ello.
Breve historia de la civilización maya
Cuando hablamos de la historia de la civilización maya estamos hablado de más de tres milenios de desarrollo en la región de centroamérica. Nuestra historia de hoy comienza alrrededor del 2000 a.C cuando las primeras aldeas agrículas empezaron a habitar las tierras bajas de lo que hoy conocemos como Guatemala, Belice, y también zonas de México, Honduras y el Salvador.
Si avanzamos un poco más, ya en el 250 d.C, será cuando esta civilización empezará su época más importante, lo que se conoce como el Período Clásico. Fue a partir de aquí, y hasta el 900 d.C, cuadno se construirían las grandes ciudades estado mayas: Tikal, Palenque, Copán… Todos estos centros urbanos no eran solo núcleos políticos, sino también puntos centrales para el avance y el estudio de las matemáticas, la astronomía, el arte y la arquitectura. Y es que los mayas, desarrollaron también un complejo sistema de escritura jeroglífica, el único completamente funcional de la américa precolombina.
Su economía se basaba en la agricultura, el comercio y el cobro de tributos a otros pueblos. Cultivaban maíz, frijoles, calabaza y chile. Desarrollaron técnicas para superar las dificultades del entorno, como el cultivo en terrazas y el sistema de tala y quema. El comercio fue también un punto clave, extendiéndose a través de rutas comerciales que conectaban las ciudades mayas entre sí y con otras culturas mesoamericanas.
A nivel social, estamos hablando de una sociedad jerarquizada, donde los reyes y la nobleza, que eran considerados casi semidioses, gobernaban las ciudades y dirigían sus rituales religiosos, un punto central de la civilización maya.
Religión y creencias mayas
La religión maya era un sistema de creencias complejo y ocupaba un papel central en la vida diaria de este pueblo.
Eran politeístas y animistas, con un gran panteón de deidades que gobernaban los elementos naturales y los aspectos de la vida humana. Cada dios o diosa tenía un papel específico, como la agricultura, la lluvia, la guerra y la muerte. Itzamná, considerado como el dios creador, y Ix Chel, la diosa de la fertilidad y la medicina. Estos dos estaban entre los más venerados.
Los mayas creían en la existencia de tres planos principales: el cielo, la tierra y el inframundo (Xibalbá). Los rituales y las ceremonias, que a menudo requerían sacrificios humanos o de animales, y eran fundamentales para aplacar a estos dioses y asegurar el equilibrio del cosmos. Los sacerdotes ocupaban una posición elevada en la sociedad maya, y actuaban como intermediarios entre los dioses y la gente, y eran responsables de la adivinación, la curación y la realización de las ceremonias. Como antes os contaba sobre la astronomía, esta profunda compresión del cosmos también se veía reflejada en la religión. Sus observaciones astronómicas se utilizaban para planificar eventos religiosos y agrícolas, los que nos indica la fusión de la fe con la ciencia en su cosmovisión.
Decadencia de la civilización maya
Sin embargo, alrededor del 900 d.C., muchas de las grandes ciudades del sur fueron abandonadas. Las teorías sobre esta decadencia incluyen la guerra, la sobreexplotación del medio ambiente, las sequías y las crisis políticas… pero no está del todo claro cuales fueron las causas (el conjunto de ellas). A pesar de este colapso en el sur, las ciudades del norte de Yucatán, como Chichén Itzá y luego Mayapán, continuaron prosperando hasta el 1200 d.C.
La llegada de los españoles en el siglo XVI marcó el principio del fin para la civilización maya independiente. Aunque ofrecieron resistencia, las enfermedades traídas por los europeos y la superioridad militar condujeron a su conquista y subyugación.
No obstante, no todo se perdió; muchas prácticas, creencias y descendientes mayas persisten hasta hoy, manteniendo vivos los ecos de esta antigua y fascinante civilización. Si os interesa en otro artículo podemos hablar sobre la actualidad de las culturas precolombinas en el continente.
Historia de Chichén Itzá
Pero centrémonos ahora en la ciudad. Fundada alrededor del siglo VI, la ciudad se construyó en la península de Yucatán y alcanzó su apogeo entre los siglos IX y XII. En este periodo, se convirtió en un imponente centro de poder político y religioso. La ciudad fue un centro cultural donde convergieron tradiciones mayas y toltecas, creando un estilo arquitectónico muy característico. Es sobre todo visible en su icónica pirámide de Kukulkán, que sirve como ejemplo del sofisticado conocimiento que tenían los mayas sobre astronomía. El juego de pelota, la práctica de sacrificios humanos y el culto a diversas deidades son aspectos que han quedado reflejados en las ruinas de la ciudad.
Chichén Itzá también fue un núcleo económico vital debido a su posición estratégica en rutas comerciales. No obstante, su declive comenzó alrededor del siglo XIII, dejando atrás un legado que perdura en su arquitectura, artefactos y en la memoria histórica de la Península de Yucatán.
Visitar Chichén Itza
Ahora bien, si animáis a un viaje a México, visitar Chichén Itzá se convierte casi en una obligación. Por ello, vamos a tratar de comprender las diferentes partes del yacimiento que se pueden visitar y qué significado tiene cada una.
La Pirámide de Kukulkán
Por supuesto, tenemos que empezar con la pirámide, o castillo, de Kukulkán. Esta estructura de 30 metros de altura no solo era un templo, sino también un calendario gigante de piedra. Durante los equinoccios, la sombra proyectada crea la ilusión de una serpiente descendiendo un logro increíble que nos recuerda el dominio que tenían los mayas tanto de astronomía como de arquitetura y matemáticas. Un espectáculo que transforma la piedra en mito y astronomía en arte.
El gran juego de Pelota
Siguiendo con la visita, os encontraréis también con el Gran Juego de Pelota, el más grande de Mesoamérica. Este lugar era un recinto sagrado. El juego representaba la lucha entre la luz y la oscuridad, y además de un deporte tenía un importante significado religioso. El juego, en ocasiones, incluida también sacrificios humanos. No está claro sobre si siempre se sacrificaba al equipo perdedor, al ganador, o si había sacrificios en cada juego. Algunas teorías sugieren que el sacrificio era un honor reservado para los ganadores, quienes se unían a los dioses en el más allá. Otras argumentan que los sacrificios se daban en contextos específicos, posiblemente durante eventos importantes o ceremonias.
El caracol
Conocido también como el observatorio astronómico de Chichén Itzá, su posición y las aberturas en sus muros están alineadas con eventos astronómicos específicos. Concretamente, se cree que servía para observar las apariciones y ocultaciones de Venus, que era un astro de gran importancia para los mayas debido a su asociación con el dios Kukulkán (relacionado a su vez con Quetzalcóatl en la cultura tolteca) y su papel en la guerra y la agricultura. Esto, de nuevo, nos muestra el avanzado conocimiento celeste de los mayas. Pero no solo eso, también nos enseña la conexión entre ciencia y espiritualidad, un símbolo de la conexión entre el cielo y la tierra, lo divino y lo humano en la vida maya.
El Cenote Sagrado
En este pozo natural, los antiguos mayas realizaban ofrendas y sacrificios a los dioses. Los cenotes, que son pozos o lagunas naturales formados por el colapso de roca caliza que expone el agua subterránea, eran considerados por los mayas como puertas de entrada al inframundo o Xibalbá y eran asociados con la deidad de la lluvia, Chaac. Este espacio sagrado no era un lugar para el baño cotidiano o el suministro de agua; más bien, era el escenario de rituales y ofrendas que incluían objetos preciosos y sacrificios humanos, particularmente durante períodos de sequía extrema, enfermedad o crisis. Los arqueólogos han recuperado del fondo del Cenote Sagrado artefactos de oro, jade, cerámica, incienso, textiles y, lo que es un poco más perturbador: restos óseos de hombres, mujeres y niños, algunos de los cuales muestran signos de haber sido sacrificados.
El templo de los guerreros
El Templo de los Guerreros fue un espacio de mucha importancia, tanto religiosa como política. Los rituales llevados a cabo aquí reforzaban la estructura de poder y la ideología militar de la ciudad, y las representaciones de guerreros reflejaban la estratificación social y el papel del conflicto y la guerra en la sociedad maya. Cuidado: su función específica sigue siendo objeto de debate entre los historiadores.
Se cree que fue utilizado para ceremonias religiosas, dado su diseño prominente y su localización central en el sitio. Las estatuas de Chac Mool y los altares sugieren que se realizaban ofrendas y posiblemente sacrificios. También es posible que el Templo de los Guerreros fuera un lugar de entrenamiento para la casta militar, donde los jóvenes se instruían en el arte de la guerra y las estrategias militares. Pero de nuevo, no hay nada seguro.
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