REFLEXIÓN VIAJERA
#04
16 de noviembre de 2021
Tercera semana de noviembre. Hoy seguimos viajando, pero hacia el interior de cada uno.
Asistimos a un momento histórico, no solo para el mundo del viaje, sino para todo el planeta. El cambio climático es una realidad que ya nadie puede negar y sus efectos, que ya se están notando, cada vez irán a más si no hacemos nada.
Estos últimos días asistimos atónitos a las conferencias de Glasgow, todo para ver como los supuestos dirigentes del mundo no son capaces de ponerse de acuerdo sobre como dejar de destruir nuestra propia casa. Pero cuidado, amigos, no son ellos los únicos culpables. También cada uno de nosotros debería mirarse al espejo y ver si, realmente, estamos haciendo lo suficiente por contribuir a un mundo mejor. Y no solo me refiero a las emisiones de carbono, sino a todos los niveles. Hemos delegado nuestra propia responsabilidad a nuestros gobernantes, convirtiéndonos en una sociedad que se niega a ser adulta, una sociedad que necesita estar tutelada.
El mundo del viaje, por supuesto, no está exento de crítica. Algunos intentamos operar con viajes que tengan un impacto positivo en las sociedades que visitamos, además de buscar proyectos medioambientales a los que aportar para compensar nuestros viajes. ¿Pero es suficiente? Quizá, no solo el sector turístico, sino toda la sociedad deba dar un paso adelante. Quizá sea el momento de hacerse mayores, adultos y responsables, y empezar a trabajar, sin necesidad de que nadie nos lo legisle, por un mundo un poco más responsable y sostenible.
En la reflexión viajera de esta semana estoy un poco mosqueado, con el mundo y conmigo mismo, como podéis ver. Quizá es momento de hacer autocrítica y empezar a trabajar.