LA HABANA VIEJA, EL CORAZÓN DE CUBA
«Salimos de viaje a Cuba para conocer el corazón de su capital, la conocida como la Habana vieja»















Imaginad un lugar donde el tiempo parece haberse quedado estancado. Donde los colores del arco iris salpican fachadas de edificios y antiguos coches americanos de los años 50 surcan las calles adoquinadas. Lejos de ser una película antigua, este lugar existe y se llama La Habana Vieja, el corazón palpitante de la capital de Cuba.
Hoy quiero hablaros no de la capital, sino de este distrito en concreto, un fiel testimonio de la rica historia de Cuba, lleno de iglesias barrocas, plazas coloniales y fortalezas. Aunque más allá de los monumentos, es la vida cotidiana, el espíritu de su gente y la música que flota en el aire lo que realmente da vida a La Habana Vieja.
Pero como siempre, empecemos por el principio, y primero, un poco de historia. Hoy me voy a extender un poco más en esta parte, pero es que es fundamental entender los diferentes estadios por los que la ciudad ha pasado para, luego, entender lo que estamos viendo (como en la mayoría de lugares…).
Historia de La Habana Vieja
La historia de La Habana Vieja es tan colorida y variada como sus calles y edificios. Su nombre original, San Cristóbal de la Habana, honra a San Cristóbal, el santo patrón de los viajeros, y a los indígenas taínos que llamaban al lugar «Habana», que significa «tierra llana». Fundada en 1519 por el conquistador español Diego Velázquez, La Habana inicialmente no era más que un puesto avanzado, un lugar de descanso para los barcos que navegaban desde el Nuevo Mundo a la metrópolis (España).
Tendremos que avanzar hacia el siglo XVII, cuando la ciudad empezó a ganar importancia debido a su ubicación estratégica en el Caribe. El Rey de España declaró a La Habana puerto oficial de la Flota de Indias, una serie de convoyes de galeones que transportaban riquezas de América a España. Esta importancia atrajo la atención de piratas y corsarios, llevando a la construcción de impresionantes fortalezas como El Morro y La Real Fuerza para proteger la ciudad. Sin embargo, en 1762, los británicos lograron capturar La Habana durante la Guerra de los Siete Años. Durante su breve ocupación, abrieron el puerto a los comerciantes de otras naciones, lo que marcó un auge económico en la ciudad.
En el siglo XIX, con el auge de la industria azucarera, La Habana se convirtió en la tercera ciudad más grande del mundo. Los terratenientes de azúcar y tabaco construyeron enormes mansiones, que hoy son algunos de los principales atractivos de La Habana Vieja. Sin embargo, este período también fue testigo del crecimiento de la esclavitud, con miles de africanos traídos para trabajar en los campos de azúcar.
La Habana fue también el escenario de numerosos levantamientos contra el dominio español durante el siglo XIX, culminando en la Guerra de Independencia que comenzó en 1895. Después de la intervención estadounidense en 1898, la Guerra Hispano-Americana, Cuba ganó su independencia, pero La Habana cayó bajo la influencia estadounidense. Durante la primera mitad del siglo XX, la ciudad se transformó con la construcción de modernos hoteles, casinos y clubes nocturnos.
La revolución cubana de 1959, liderada por Fidel Castro, marcó otro punto de inflexión en la historia de La Habana. Los edificios de La Habana Vieja, muchos de los cuales habían sido abandonados por sus propietarios que huyeron del país, comenzaron a deteriorarse. No fue hasta los años 80, cuando la UNESCO declaró a La Habana Vieja Patrimonio de la Humanidad, que se iniciaron grandes esfuerzos para restaurar y conservar los edificios históricos de la ciudad.
Como veis hoy me he extendido más en esta parte histórica, pero es que todos estos momentos y periodos han moldeado la Habana para ser lo que es hoy en día: un espejo de su rica y compleja historia, un lugar donde se entrelazan siglos de influencia española, africana y americana. Sus calles adoquinadas, edificios de colores pastel y antiguos coches americanos son solo la punta del iceberg de su rica y variada historia.
¿Qué ver en la Habana vieja?
Hay muchas maneras de explorar La Habana Vieja, pero sin duda nada supera a un buen paseo a pie. A partir de aquí, veamos cuáles son los que creo son los imprescindibles del distrito con más historia de la capital cubana:
Plaza de la Catedral:
Esta es una de las plazas más bellas de La Habana Vieja. Dominada por la impresionante Catedral de San Cristóbal, una joya del barroco cubano, es el lugar perfecto para comenzar tu exploración de la ciudad. A su alrededor encontrarás palacios coloniales convertidos en museos y restaurantes.



Calle Obispo:
Es la calle más famosa y concurrida de La Habana Vieja. Llena de tiendas, bares, restaurantes y galerías de arte, es un hervidero de actividad durante todo el día. No te pierdas el Hotel Ambos Mundos, donde Ernest Hemingway solía hospedarse.
Plaza de Armas:
La plaza más antigua de La Habana, es el lugar perfecto para relajarte bajo la sombra de las palmeras y los laureles. El mercado de libros usados en la plaza es un paraíso para los amantes de la lectura. Además, podrás visitar el Palacio de los Capitanes Generales, que ahora alberga el Museo de la Ciudad.
El Templete:
Este pequeño edificio neoclásico marca el lugar donde se celebró la primera misa y el primer cabildo de la ciudad en 1519. En su interior, hay tres grandes murales que representan estos eventos históricos.



Fortaleza de San Carlos de la Cabaña:
Aunque no está exactamente en La Habana Vieja, esta fortaleza ubicada al otro lado de la bahía es una visita obligada. Ofrece una vista panorámica impresionante de la ciudad, especialmente al atardecer. No te pierdas la Ceremonia del Cañonazo que se celebra aquí cada noche a las 9 pm.



Plaza Vieja:
Originalmente usada para ejercicios militares y luego para corridas de toros, fiestas y mercado, esta plaza es ahora un lugar popular para tomar un café o una cerveza y disfrutar de la vida local. No te pierdas la oportunidad de subir a la cámara oscura en la esquina noreste de la plaza para tener una vista de 360 grados de La Habana.
El Castillo de la Real Fuerza:
Esta es la fortaleza más antigua de América. Ahora es el Museo de la Navegación, con una colección que incluye modelos de barcos, instrumentos antiguos de navegación y mapas. No te olvides de buscar la «Giraldilla», la veleta en forma de mujer que se ha convertido en uno de los símbolos de La Habana.



Estos siete lugares son solo el comienzo de lo que puedes descubrir en La Habana Vieja. Cada calle y plaza tiene su propia historia que contar, y lo mejor que podéis hacer es perderos en sus callejones y descubrir sus secretos vosotros mismos.
Además, si después de un día de exploración seguís con fuerza, no dudéis en disfrutar de la vida nocturna de la ciudad. En La Habana Vieja, los bares y clubes cobran vida después del anochecer. Prueba el Floridita o La Bodeguita del Medio, ambos conocidos por ser los favoritos de Hemingway, y sumérgete en el mundo del jazz latino y el son cubano.
Visitar La Habana Vieja es como viajar en una máquina del tiempo, es un romance con lo desconocido. No es solo un lugar, es una experiencia, una danza con la historia y la cultura, con un ritmo que te llama a moverte al son cubano. Así que no lo pienses más, ¡La Habana Vieja te está esperando!
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