HISTORIA DE ALBANIA PARA VIAJAR
Hoy nos adentramos en la historia de Albania. Repasamos los puntos más importantes de la historia de este país del Adriático.
¿Os estáis planteando un viaje a Albania? Pues bien, como siempre os digo, es fundamental conocer la historia del país que vamos a visitar. Nos da perspectiva y un contexto adecuado para entender todo que vamos ver. Desde su patrimonio hasta sus gentes. Y es que, al fin y al cabo, todos somos hijos de la historia de nuestro pueblo y nuestra cultura. Por ello, hoy salimos de viaje para conocer las etapas más importantes de la historia de Albania. Con tal de poder entender mejor, todo lo que ofrece este pequeño país del adriático.
Albania es un pequeño país europeo situado a las orillas del mar adriático. Rodeado por Grecia al sur, Macedonia al este, y Kosovo y Montenegro al norte, se trata de un territorio y una cultura super diversos, con una gran cantidad de influencias a lo largo de los años. Lo que a su vez ha dejado una enorme herencia cultural y patrimonial en el país.
Pero como siempre, empecemos por el principio.
Albania en la antigüedad
Aunque habitada desde la prehistória, hace más de 300.000 años, la primera etapa que nos interesa para nuestro viaje de hoy es la que se conoce como la Antigüedad clásica.
Y es que la primera cultura que habitó y dio nombre a esta región fueron los Ilirios. Un pueblo que surgio de la unión de diferentes tribus indoeuropeas, y que fueron famosos por su habilidad tanto en la navegación como en el trabajo del metal. Su forma de vida estaba basada tanto en la agricultura y el pastoreo. Aunque también jugó un papel importante el comercio, que desarrollaron por toda la costa del adriático y el mar Jónico.
Se trataba de una sociedad militarista y organizada en diferentes clanes. Cada uno de ellos estaba gobernado por un rey o un jefe tribal. Sin embargo, no hay que entender Iliria como un territorio unificado. Se trató más bien de un conjunto de reinos, con diferentes dinámicas y estructuras de poder. Todos ellos compartían una cultura, con manifestaciones artísticas que iban desde las joyas a las armaduras, y que aun hoy en día podemos ver en muchos museos del país.
Los Ilirios tuvieron también mucho contacto con sus vecinos. Como hemos dicho, a nivel comercial, pero también en lo que refiere a conflictos. Y es que muchas culturas han pasado e incluso dominado esta región. Y la primera de todas ellas, fue la griega.
Griegos en la antigüedad albanesa
Durante la expansión de las polis griegas, se establecieron diferentes colonias en la costa albanesa, como Epidamnos (lo que hoy se conoce como Durrës) o la misma Apolonia, una de las paradas más típicias en el país. Estas ciudades se convirtieron en centros importantes de comercio y cultura. Convirtiéndose a la vez en puntos de encuentro entre el mundo griego y las tribus ilirias del interior. La arquitectura, el arte y la religión griegos influenciaron profundamente la cultura local, quienes integraron elementos de esta cultura helenística en su vida diaria.
Apolonia, en particular, fue un lugar muy importante, tanto por su gran teatro como por su academia, que llegó a atraer a figuras históricas como el joven Julio César. Además, esta influencia griega también se extendió a través del comercio y la educación, facilitando una fusión cultural que enriqueció la identidad de este pueblo. Y es que, de hecho, todos los restos arqueológicos que se encuentran en el país, son una buena muestra de ello.
Dominio Romano
A partir del 220 a.C, las que se conocieron como las Guerras Iliricas, dieron comienzo al dominio romano en la región. Como consecuencia de la romanización, las ciudades iliricas empezaron a sufrir grandes transformaciones. Carreteras, acueductos, anfiteatros… Además de la construcción de la Via Egnatia, una de más importantes vías romanas que atravesaba toda iliria, uniendo esta región del adriático con Bizancio (lo que más tarde sería Constantinopla).
Durante el periodo romano, Albania disfrutó de un gran desarrollo económico y urbanístico. Se construyeron villas, termas y otros edificios públicos que demostraban la importancia que tenía para los romanos. Además, la llamada Pax Romana, permitió que el comercio y la cultura se desarrollaran, creando un ambiente en el que se mezclaban tradiciones ilirias con romanas, y facilitando así la integración de Albania dentro del imperio. Un legado, al fin y al cabo, que se mantendrá con mucha influencia en los siglos siguientes. Y que a la vez, pondrá las bases para el desarrollo posterior de la región.
Edad Media en Albania
Sigamos ahora hacia la siguiente gran etapa; la cual además tendrá un impacto significativo en el territorio Albanés. La edad Media en Albania.
Siguiendo con la línea anterior, a medida que el imperio Romano se iba debilitando, las tribus ilirias, aunque romanizadas, fueron reclamando más autonomía. Será en este momento cuando se empezarían a formar lo que se conoció como los principados albaneses. Empezando por el Principado de Arbanon, sobre el año 1190 d.C. Esta época se caracterizó por ser bastante turbulenta. Tanto por enfrentar, como veremos, invasores externos, como también por luchas internas por consolidar el poder feudal en la región.
Pese a todo, hay que tener en cuenta que pese a que no había una estructura política centralizada y a los conflictos entre las diferentes casas nobles, había un sentimiento muy fuerte de identidad regional. Y también de defensa de la tierra contra los invasores.
Skanderbeg y la resistencia contra el Imperio Otomano
Y es todo esto lo que finalmente se cristaliza en la figura de Gjergj Kastrioti. Más conocido como Skanderbeg, el heroe nacional albanés. Nacido a principios del siglo XV en una familia noble, desde pequeño fue llevado como rehén a las cortes de Edirne, una ciudad otomana, donde estudio en la escuela militar. Lucho en diferentes batallas junto a los turcos, y sus victorias en el campo de batalla le hicieron ganar el titulo de Skanderbeg, que literalmente significada el “Alejandro Albanés”.
Sin embargo, no hemos de olvidar que luchaba junto a los turcos en condición de rehén. Por ello, en 1443, en el transcurso de una batalla de los turcos contra los húngaros, Kastrioti, junto a otros 300 albaneses, cambiaron de bando, y se dirigieron hacia a Albania. Allí conquistarían la ciudad de Kruje, donde volvería a consagrarse al catolicismo, y desde donde juraron vengar a sus familias y a Albania entera.
Bajo su liderazgo, se formaría un año después la Liga de Lezhe, una alianza de señores feudales albaneses que combatió a los otomanos durante décadas. Bajo su dirección, Skanderbeg fortificó castillos y unificó las ciudades albanesas, convirtiéndose así en un símbolo de la resistencia contra los otomanos y los enemigos de Albania.
Tras su muerte, Skanderbeg se convirtió en el héroe nacional del país, una figura que aun sigue viva hoy en día. Este legado lo podemos ver tanto en la literatura y el arte, como en las muchas estatuas que aun existen por todo el territorio. Todo un símbolo de unidad, libertad y soberanía. Además, hay que tener en cuenta que esta figura incluso traspasó las fronteras albanesas, siendo admirado en otras zonas de Europa como una especie de campeón cristiano contra la expansión musulmana de los otomanos.
El imperio Otomano en Albania
Sin embargo, la resistencia albanesa tras la muerte de Skanderbeg en 1468, no duro mucho. Poco a poco, los Otomanos fueron estableciendo su dominio en Albania y a finales del siglo XV se integró plenamente en la estructura imperial. Lo que daría inicio a varios siglos de dominación otomana, con los cambios que, como imaginaréis, esto supuso.
Y es que los otomanos, tenían una manera muy particular de hacer las cosas. Primero de todo, la estructura feudal que hasta el momento había imperado en Albania se substituyó por el que se conoció como el Sistema Timar. Se trataba de un mecanismo por el cual los sultanes concedían tierras a los soldados otomanos, cuyos rendimientos se entendían como una compensación a los servicios prestados en el ejército. Esto claro, aplicado al terreno albanes, cambio de manera radical tanto la riqueza como distribución de la tierra de la región. Pero hay más.
La estructura imperial otomana premiaba social y fiscalmente a aquellos que se convertían al islam, lo que no solo fue cambiando el panorama religioso de Albania, sino también creo lazos culturales con el resto del imperio Otomano. Se introdujeron también mejoras en los sistemas de irrigación y productividad agrícola, lo que en general trajo avances técnicos y de productividad a la región.
Sin embargo, como os decía antes, la resistencia albanesa nunca cesó del todo. Pese a todo lo dicho, no hay que obviar que existían muchas cargas fiscales para la población, lo que junto con el servicio militar obligatorio, trajo muchas protestas y rebeliones por parte de la población. En muchos casos organizadas por los mismos señores feudales.
El despertar Nacional de Albania
Por ello, a medida que avanzaba el siglo XIX, y con el declive del poder otomano, poco a poco empezó a crecer en Albania un movimiento nacionalista. Este, fue inspirado por otros movimientos independentistas de la época en la zona de los Balcanes como Grecia, Serbia o Bulgaria.
Este “despertar nacional”, fue inspirado también desde la educación y la literatura, con figuras como Pashko Vasa, el escritor que quiso impulsar el sentimiento de unidad entre los albaneses, más allá de las divisiones religiosas impuestas por siglos de dominación otomana.
Todo ello, tuvo su primera consecuencia o culminación en la fundación de la llamada Liga de Prizren, en 1878. Esta liga fue una organización política y militar que tenía como objetivo defender los territorios habitados por albaneses, para preservar la integridad territorial y organizarse militarmente contra las fuerzas, tanto de países vecinos, como del mismo imperio otomano.
Por todo ello, la liga fue un paso fundamental hacia la formación de una identidad nacional albanesa cohesionada. Y aunque finalmente fue prohibida y suprimida por las autoridades otomanas, fue el inicio de un legado para las siguientes generaciones. Se había demostrado la capacidad de los albaneses de unirse, más allá de sus diferencias religiosas y regionales, en pos de un objetivo común de autodeterminación. Lo que nos traslada directamente a nuestra siguiente etapa: el siglo XX en Albania.
El siglo XX en Albania
Y es que estos primeros movimientos nacionalistas y de autodeterminación tuvieron su culminación en 1912, con la declaración de independencia de Albania el 28 de noviembre. Todo ello dentro del contexto de la Primera Guerra Balcánica: el conjunto de guerras de independencia que surgieron a causa del debilitamiento del poder otomano en la región. Y es que esta declaración no solo puso fin a más de 5 siglos de dominación otomana, sino que supuso la creación de toda la estructura estatal albanesa. Aunque no sin problemas.
Hay que tener en cuenta que, por su ubicación, las diferentes potencias europeas seguían viendo a Albania como un peón geopolítico más. De hecho, pese a que hubo un primer reconocimiento internacional en la Conferencia de Embajadores de Londres de 1913, a los pocos meses, con el inicio de la Primera guerra Mundial, Albania se volvió a encontrar en una posición comprometida. El país fue dividido e invadido por Italia y Austro-Hungría, quienes lo usaron tanto como base de operaciones como de campo de batalla. Lo que como imaginaréis, no ayudó en la estabilización de un país recién creado. Durante la Segunda Guerra mundial, fue de nuevo invadida por Italia primero, y más tarde por los nazis, hasta 1944.
Con el fin de la guerra, y la división de Europa, y el mundo, en los diferentes polos, Albania empezaría su siguiente gran etapa: el régimen de Enver Hoxha.
El régimen comunista de Enver Hoxha
Como os decía, tras la retirada de las fuerzas del eje, uno de los líderes del partido comunista, Enver Hoxha, se convirtió en líder indiscutible del país. Mediante su propuesta de un país comunista, y con el apoyo de la Yugoslavia de Tito y también de la Unión Soviética, Enver consolidó su poder y estableció un estado comunista en Albania desde 1946.
Este nuevo modelo estuvo muy inspirado por el modelo estalinista. Por un lado, su política se centro en la nacionalización de la industria y al tierra, así como en la colectivización de la agricultura. También introdujo un control ferreo sobre la vida de las personas, además de un culto a su propia persona y, lo más importante de todo: un enfoque total a la autarquía. Y es que durante esta etapa, Albania se convirtió en uno de los países más aislados del mundo.
Además, paranoia hacia el aislamiento de Hoxha derivó tanto en purgas dentro de su propio partido, como también una represión brutal. Miles de disidentes fueron acusados de tración, de ser espias extranjeros, o de conspiración, siendo encarcelados, torturados o directamente ejecutados. Y fue la llamada Sigurimi, la policia secreta albanesa, la que tuvo un papel fundamental en toda esta represión.
Otra de las características que más llaman la atención es la obsesión que tenía Hoxha con una posible invasión extranjera. Un obsesión cuyo legado aun podemos ver hoy en día en los más de 700.000 bunkers que construyó a lo largo de todo el país.
A nivel de desarrollo interno, si bien es cierto que se lograron avances importantes en la alfabetización y la extensión sanitaria, la economía fue un auténtico desastre. Además de las restricciones a las libertades personales, la falta de acceso a la información y también a los mercados extranjeros, hicieron que Albania sufriera un estancamiento permanente.
Este régimen duraría hasta la muerte de Hoxha en 1985. Aunque hubo un intento continuista durante los siguientes años, finalmente la estructura comunista colapsó en 1991 empezando así un proceso hacia la democracia y la economía de mercado que dura hasta nuestros días.
Albania en la actualidad
Y es que desde el colapso del régimen comunista hasta nuestros días, Albania ha estado en un proceso continuo de transformación, tanto política como económica. En los últimos años, han habido avances significativos, tanto en materia de democracia como en el crecimiento de su economía. Factores que también han sido impulsados al verse cada vez más integrada como país dentro del entorno europeo. De hecho, actualmente es uno de los países que está trabajando para cumplir los requisitos necesarios para formar parte de la Unión, de la que es miembro candidato desde 2014.
Por supuesto, como en todos los países, siguen habiendo desafíos por delante. Desde la lucha contra la corrupción o la independencia judicial, hasta los problemas relacionados con el desempleo, la fuga de cerebros y la economía submergida, Albania sigue teniendo, como todos los países, un camino que recorrer.
Sin embargo, industrias como la del turismo y los viajes, están ayudando al país a buscar nuevas formas de desarrollo internas. Al finl y al cabo, se trata de un país culturalmente muy potente. Desde su patrimonio hasta toda su tradición artística y literaria. Por lo que no es de extrañar que se haya puesto tan de moda los últimos años.
Y es que Albania sigue siendo un muy buen ejemplo de u país en transición y adaptación dentro de una región que ha experimentado cambios muy importantes en las últimas décadas. Un territorio en constante evolución que, como habéis podido ver, sigue escribiendo su camino y su historia en busca de desarrollo, libertad y prosperidad para sus gentes.
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