QUÉ VER EN SAMARKANDA, LA CIUDAD DE LAS LEYENDAS
Cuando pienso en que ver en Samarkanda siempre me gusta recordar las palabras de Alejandro: «Todo lo que había oído sobre Samarkanda es verdad, excepto que es más hermosa de lo que había imaginado»
En este artículo vamos a analizar qué ver en Samarkanda, una de las ciudades más perseguidas por todo los viajeros del mundo.
Cuando pensamos en un viaje a Uzbekistán, Samarkanda se perfila como el símbolo, una de las joyas de la corona de este increíble país. No hemos de olvidar que hoy en día Samarkanda es una ciudad moderna, en todos los aspectos, aunque en su interior guarda joyas históricas y arquitectónicas que atraen a viajeros de todo el mundo.
¿Qué ver en Samarkanda?
A diferencia de otras ciudades uzbekas como Khiva o Bukhara, las zonas de interés de Samarkanda se encuentran repartidas por toda la ciudad. Por ello, la visita de las mismas requiere tiempo, no solo para ver en detalle cada una de ellas, sino también para los desplazamientos entre todos los puntos de la ciudad. Algunos de ellos se encuentran relativamente céntricos, como la Plaza del Registán o el Mausoleo Gur Emir. Otras zonas como el complejo Shak-i-Zhinda, una de las visitas obligatorias, se encuentran en el extrarradio de la ciudad.
Por eso, cuando nos plantemos qué ver en Samarkanda lo ideal, como en tantas ocasiones, es contar con un mapa para organizar la ruta que vamos a tomar, sobre todo si nuestro tiempo es limitado y no queremos perdernos nada.
La plaza del Registán, el símbolo de samarkanda
Por supuesto, si nos estamos planteando que visitar en Samarkanda, la Plaza del Registán es la más conocida, la joya de la corona.
El nombre de Registán significa “lugar arenoso”. Esto hay que entenderlo en el contexto de la antigüedad, cuando la plaza no estaba asfaltada. Teniendo en cuenta la cantidad de actividades que se llevaban a cabo en su interior, es de esperar que el ir y venir la gente acostumbrara a levantar mucha arena del suelo, por lo que la visión desde cierta distancia era la de una plaza con arena en suspensión, de ahí su nombre.



Las leyendas cuentan también que entre los siglos XV y XX, la plaza fue el lugar de numerosas ejecuciones públicas. Para que la sangre derramada se absorbiera mejor, el suelo de tierra fue cubierto con arena para que no fuera visible. Era también un lugar central en la vida de la antigua Samarkanda, sobre todo a nivel político. Por ello, era el lugar donde se anunciaban públicamente los decretos y leyes dictadas. No hay que olvidar que el aspecto actual es mucho más contemporáneo a los orígenes de la plaza, igual que el uso de la misma. También que a principios del siglo XV no había aun ninguna de las características madrazas en pie.
Las madrazas de la Plaza del Registán
Las tres madrazas que la forman fueron construidas en siglos y épocas diferentes, y también por diferentes motivos. Fue a finales del siglo XVII, con la finalización de la madraza Tilya Kori, cuando el simbólico lugar adoptó el aspecto que aun conserva hoy en día (con sus respectivas restauraciones, claro).
Las madrazas es el nombre que en el mundo árabe se le daba a cualquier tipo de escuela, tanto religiosa como secular. Sin embargo, dependiendo de la traducción que se ha hecho del término, puede variar ligeramente su significado. Generalmente, cuando hablamos re madrazas, nos referimos a una escuela o universidad islámica, una “academia religiosa”.



La madraza de Ulug Beg
La primera en ser construida fue la Madraza de Ulug Beg, en el periodo de 1417 a 1420, por orden del gobernador, astrónomo y matemático Ulug Beg, nieto de Amir Timur o Tamerlan, el gran conquistador uzbeko. Este es un dato de referencia pues, pese a lo que pueda parecer, la primera construcción de lo que después sería el símbolo del país es posterior a su periodo de máximo esplendor, durante el gobierno de Amir Timur.



La Madraza Sher-Dor
La segunda que se construyó fue la Madraza Sher-Dor, finalizada en 1636, y se encuentra justo delante de la Ulug Beg, como un reflejo de la misma, aunque con proporciones un tanto modificadas. En su fachada podemos encontrar el antiguo símbolo de la ciudad, un leopardo con el sol detrás y una gran esvástica con la escritura árabe de: “Dios es grande”.
La madraza Tilla Kari



Por último, en 1646 se inició la construcción de la tercera y última construcción de la plaza, la Madraza Tilla Kari. El nombre significa “acabada en oro”, en referencia a la decoración de las paredes interiores, por sus pinturas y la capa de oro que hay en las paredes de la mezquita interior.
Su construcción en la zona norte de la plaza del Registán sirvió para cerrar la construcción que conocemos hoy en día. Sin embargo, se diferencia de las demás en que en su interior se construyó también una mezquita. El propósito era que los estudiantes pudieran rezar sin tener que abandonar la madraza. Además, fue construida donde antes se encontraba el caravansar, una de las estructuras clave en la ruta de la seda.
Caravansar: Se trataba de edificios destinados a los viajeros de larga distancia, en este caso, para aquellos que transitaban la Ruta de la Seda. Allí los viajeros podían descansar y conseguir nuevos suministros. Otra de las funciones clave de estos caravansares era la de conseguir información. Era de especial utilidad saber el estado de los caminos, nuevas rutas, culturas consejos… En una época donde la información se movía muy lentamente, y las vías de comunicación aun estaban en muchos casos por abrir, estas estructuras fomentaban el intercambio cultural, de mercancías y de conocimiento entre diferentes partes del mundo.
Pese a la fachada imponente, el interior de las madrazas está caracterizado por un patio central desde donde se accede a todas las celdas. Hoy en día podemos acceder a la Mezquita de Ulug Beg, en cuyo interior ahora encontramos pequeñas tiendas de artesanos para satisfacer a los turistas, principalmente. Por otro lado, el interior de la madraza Tilla Kari es espectacular, y los mosaicos y decoraciones en oro una auténtica maravilla que vale la pena ver.
Gur Emir o el Mausoleo de Amir Timur
Se trata del mausoleo donde descansan los restos de varios miembros de la dinastía de los timúridas, incluido el gran Amir Timur o Tamerlan, sus dos hijos y también sus dos nietos, el gran astrónomo del que ya hemos hablado, Ulug Beg y el príncipe Muhammad Sultán
La construcción inicial no fue concebida como un complejo funerario. Estaba compuesta por una madraza, la más antigua en asía central en la época, los minaretes y la llamada khanqah, que servía de residencia para el príncipe Muhammad Sultán. Se trataba de un centro de educación islámica, del cual hoy solo podemos visitar el centro de la misma. Su uso cambio tras la repentina muerte de Muhammad Sultán, momento en el que Amir Timur convirtió el centro del complejo en un mausoleo.
Visitar el Mausoleo Gur Emir
La visita de este centro funerario se presenta como una de las obligatorias en nuestro paso por Samarkanda, no sólo por la belleza de la construcción, sino también por los detalles del interior del mausoleo.
Hay un detalle que cabe mencionar también: en su interior, se pueden ver las tumbas de los diferentes miembros de la dinastía. La tumba de Amir Timur destaca entre ellas, ya que está esculpida en piedra negra, pero hay otra más que rompe la norma de las demás. En el Gur Emir también se encuentra enterrado Sair Baraka, que el fuese el maestro espiritual de Amir Timur. La relación de este personaje con Timur el grande debió ser de mucha cercanía, o al menos así lo muestra el hecho de que el gran conquistado decidiera que fuese enterrado junto al resto de su dinastía.
Mausoleo Ak Saray
El mausoleo Ak Saray es uno de esos lugares que ver en Samarkanda que pasan desapercibidos para muchos viajeros que emprenden un viaje a Uzbekistán.
Justo al lado del gran mausoleo Gur Emir, encontramos esta singular estructura. El mausoleo Ak Saray destaca entre los demás, no por su belleza exterior, sino por la austeridad de su decoración exterior, en comparación con las demás grandes estructuras de la ciudad.
La mayoría de monumentos y construcciones que podemos ver en Samarkanda pertenecen a épocas de auge de la ciudad, cuando se disponía de riqueza y artesanos suficientes, muchos de ellos traídos a la ciudad a la fuerza. Sin embargo, no todos los siglos fueron igual de boyantes. En la década de 1470 la dinastía timúrida se encontraba en plena crisis: el legado de Amir Timur había quedado menguado por las constantes guerras entre sus sucesores y los tesoros de Samarkanda, tiempo atrás rebosantes por todos los botines de guerra. Ahora no eran suficientes siquiera para el mantenimiento de las grandes construcciones.
Fue en esta época, durante el reinado de Ahmed Mirza, cuando empezó la construcción de este segundo mausoleo familiar. La causa fue muy simple: el Gur Emir estaba lleno, por lo que el sultán decidió construir un mausoleo justo al lado del principal. La estructura fue casi idéntica al mausoleo de Ishrat Khana, con la cúpula interior decorada con kundal dorado, un tipo de pintura en relieve donde se aplica pigmento en capas junto a pan de oro, dándole un efecto tridimensional impresionante. El exterior, como hemos dicho, era muy diferente, pues no se aplicó ningún tipo de decoración.
Existe un tercer mausoleo: el Ishrat Khana. Éste había sido construido una década antes, pero estaba reservado solo a los miembros femeninos de la familia. Es posible visitarlo, pero su conservación no es buena, se encuentra casi en ruinas.
Irónicamente, a pesar del esfuerzo realizado por Ahmed Mirza para construir el mausoleo, finalmente fue enterrado en Herat, la última capital del imperio Timurid. Aunque varios miembros de la familia Timurid fueron finalmente enterrados en Ak Serai, el más famoso de ellos fue Abdal-Latif Mirza (r. 1449-1450), el infame asesino de su propio padre, el gobernante y astrónomo rey Ulugh Beg.
Observatorio de Ulug Beg
Esta es otra de las visitas que recomiendo ver en Samarkanda, sobre todo por la historia que encierra.
En 1420, el célebre astrónomo Ulug Beg fue el encargado de la construcción de uno de los mejores observatorios de la época. Esta construcción está estrechamente ligada con la madraza en la Plaza del Registán con su mismo nombre, una escuela construida para el estudio de las estrellas de gran prestigio. El observatorio fue una estructura complementaria a este centro de estudio. Sin embargo, su tiempo de uso no fue muy largo. En 1449 fue destruido por fanáticos religiosos, y su estructura no volvería a ser descubierta hasta principios del siglo XX.
Visitar el Observatorio de Ulug Beg
Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de visitar este monumento es que se trata de un memorial, pues del antiguo observatorio hoy solo se conserva la estructura circular interna donde se encontraba el arco utilizado para medir el movimiento de los astros. Uno de los elementos conservados, y que más llaman la atención, es parte del arco de aproximadamente 50 metros con los que los estudiosos de la época calculaban la posición de los astros y el tiempo. De hecho, estos estudios permitieron al célebre astrónomo determinar la duración de un año en 365 días, 6 horas, 10 minutos y 8 segundos, tan solo un minuto más largo del que hoy en día usamos como estándar.
En el recinto también podemos encontrar un pequeño museo, donde se expone material astronómico usado en la época, así como las tablas estelares de Ulugh Beg.
Necrópolis Shahi – Zinda
Si consideramos a la Plaza del Registán como el símbolo de la ciudad, la Necrópolis Shahi-Zinda es sin duda el lugar de mayor belleza que puedes recorrer en Samarkanda.
Se trata de un complejo único, compuesto por diferentes tumbas que datan de los siglos XI y XV, todas ellas de la familia real y la nobleza de la época. Estas tumbas están situadas en fila, dando la sensación que el viajero se encuentra en la antigua ciudad medieval de Samarkanda.
La primera de las construcciones data de los siglos XI y XII, y se extiende a lo largo de 5 siglos más en los que se fueron construyendo los 11 mausoleos y mezquitas que dieron forma a lo que hoy podemos visitar. La base de su construcción esta fundamentada en una leyenda, al igual que la primera de las construcciones. Se dice que el profeta Kussan ibn Abbas, primo directo de Mahoma, viajó a la ciudad de Samarkanda para predicar con el islam, donde fue asesinado por sus detractores y posteriormente enterrado. El sepulcro de Kussam ibn Abbas es la base y el primer mausoleo de los que forman el conjunto de Shahi Zinda. Fue este hecho también el que hizo que, durante muchos siglos, el complejo Shahi Zinda se convirtiera en un centro muy importante de peregrinación, cuya visita podía reemplazar la el Hajj a la Meca.
Si estamos pensando qué ver en Samarkanda, esta es una visita obligada. Al igual que el Observatorio Ulugh Beg, se encuentra algo alejado del centro de la ciudad, pero un paseo por sus calles hace que nos transportemos a una época completamente diferente, una Samarkanda medieval que hoy solo pertenece a las leyendas. Si bien la Plaza del Registán se alza imponente ante el viajero, el complejo Shahi Zinda se presenta como un lugar místico, tranquilo, por el que pasear y reflexionar ante la belleza de sus construcciones.
Museo Afrosiab
Se trata probablemente del museo más importante de la ciudad, pero antes de empezar a hablar de él es importante hablar del lugar donde se encuentra ubicado, un lugar clave para entender la historia de la ciudad y una de los obligatorios si estamos decidiendo qué ver en Samarkanda.
El actual Museo Afrosiab se encuentra sobre el asentamiento arqueológico con el mismo nombre: un área de más de 200 hectáreas fundada entre los siglos VII y VI a.C. De acuerdo con las actuales investigaciones, se cree que fue el lugar donde se erigió la antigua Marakanda, la capital de la mítica Sogdia o Sogdiana, el reino de un antiguo pueblo de Asia central. Tenemos constancia de este pueblo por campañas como la de Alejandro Magno, pues estaban ubicados en una posición clave para la Ruta de la Seda y el comercio entre China y Asia Central, de igual manera que han demostrado los estudios arqueológicos.
Destaca, entre todo el material encontrado, los fragmentos de un enorme mural que hoy se exhibe en el interior del museo. En el mural se muestra, mediante diferentes escenas, una procesión matrimonial de una familia de la nobleza.
Una visita al Museo Afrosiab nos abre las puertas a la historia, a lo largo de los siglos, de la legendaria ciudad de Samarkanda. Con la visita al museo aprenderemos sobre la vida en la ciudad, las culturas que han pasado por ella y las tradiciones de los diferentes pueblos, así como también todo el legado arqueológico que se ha conservado de todos ellos: fragmentos de espadas, joyas, cerámica, monedas… En su interior podremos conocer también el funcionamiento de los sistemas de canalización, momias y mucho más, pues cuenta con más de 20000 objetos entre su colección.
Mezquita de Hazrat – Hizr
Si bien este fue el lugar donde se construyó la primera mezquita de Samarkanda, en el siglo XI, la actual construcción data del siglo XIX, construida sobre los cimientos de la anterior. Su ubicación, al igual que el complejo Shak-i-Zinda o el museo Afrosiab, se debe a que en esta zona se encontraba uno de los centros de la antigua ciudad medieval. Cuando pensamos en qué ver en Samarkanda debemos tener en cuenta que, como este, deberemos alejarnos un poco del centro de la ciudad.
La mezquita se encuentra sobre una pequeña colina donde antiguamente las puertas de la ciudad se situaban al lado de esta pequeña elevación del terreno.
El nombre de la mezquita hace referencia a la figura mítica de Hazrat Hirz. Se trata de un personaje anterior al islam, de origen persa. Este personaje aparece descrito en diferentes mitos regionales, siendo uno de los más importantes el de Alejandro Magno. Se cuenta que, a su paso por el Pamir, Alejandro oyó hablar de unas fuentes de agua que otorgaban a vida eterna, por lo que envío a uno de sus mejores hombres, Hirz, a buscarla. Este, tras encontrarla, beber y recoger su agua para Alejandro, regreso para entregarla, pero su barco naufragó, por lo que Alejandro nunca pudo gozar de tal don. Dentro de la tradición islámica, pese a que no aparece mencionado en el Corán, también se ha incorporado este personaje, pese a que hay diferentes versiones e interpretaciones del mismo. Sin embargo, lo más interesante de este personaje es la figura que ha quedado en el imaginario colectivo. En general, en toda la zona de Persia, Hirz es concebido como un simpático anciano que trae buena suerte y felicidad, y que puede presentarse como un viajero ante cualquier persona y en cualquier forma, al menos tres veces en la vida. La única pista que se da para su identificación son sus manos, ya que a Hirz le falta la falange de un pulgar.
Todos hemos oído hablar de la hospitalidad de oriente, y por supuesto de Asia central, y esta puede ser una de las leyendas que han fomentado esta actitud entre sus pueblos.
A nivel arquitectónico destacan los colores rosados de sus mosaicos (en contraposición al azul predominante en la ciudad) y el minarete exterior. Todo el edificio ha sido restaurado varias veces y se trata de una mezquita en activo, por lo que vale la pena visitarla en alguno de los momentos de oración, pues el ambiente y la solemnidad del lugar es increíble. También las vistas desde la terraza exterior son impresionantes, con una panorámica preciosa a la mezquita de Bibi Khanym.
Conclusión
La visita a cualquier ciudad, sea en Asia Central o en cualquier otra parte del mundo, requiere adentrarnos en su historia, su patrimonio y sus gentes. Para conocer la realidad de un lugar, para entender a un pueblo, no vale sólo visitar y mezclarse con sus habitantes, sino que es necesario también conocer su historia.
Si bien el viaje muchas veces implica la visita del patrimonio del lugar, no debemos ver esto como un mero trámite, sino como la oportunidad de conocer las raíces del territorio que estamos visitando y del que estamos aprendiendo.
Se trata de una ciudad increíble y cuando pensemos qué ver en Samarkanda quiero que recordéis esto. Se trata de una de esas pocas ciudades que han ocupado una posición muy privilegiada en la historia: la del centro del mundo. Si bien hoy vamos a encontrarnos con una ciudad moderna, en su interior hallaremos también tradición y una monumentalidad difícil de encontrar fuera de esta remota región. Este artículo ha recorrido los principales puntos de interés que ver en Samarkanda, pero más que una lista, la intención ha sido más de aproximación. Aproximación a por qué estos sitios son importantes y sobre qué nos cuenta la historia del lugar sobre ellos.
Espero que os haya gustado y que haya motivado a que emprendáis un increíble viaje a Uzbekistán. Por ello os dejo aquí dos links que pueden interesaros. La pagina de viajes a Uzbekistán y un Viaje para semana Santa de 2021.