LA TUMBA DE TUTANKAMÓN
Salimos de viaje para conocer la historia de Tutankamón. Su legado y misterios, y también para profundizar en uno de los descubrimientos históricos más importantes de nuestros días.
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Tutankamón y su tumba y el tesoro que allí se encontró son parte del imaginario que todos compartimos cuando pensamos en el antiguo Egipto. Pero, ¿Quién fue realmente este faraón? ¿Cuál es su historia? y, lo más importante ¿por qué su fama ha llegado hasta nuestros días? Hoy salimos de viaje para conocer la historia de Tutankamón. Su legado y misterios, y también para profundizar en uno de los descubrimientos históricos más importantes de nuestros días.
Y es que, Egipto siempre ha tenido un aura especial. Tanto para amantes los amantes de los viajes como los de la historia, el país del Nilo está rodeado de un halo de misterio y aventura que atrae a curiosos de todo el mundo. Y no es para menos. Se trata de una de las cunas de la civilización humana. Un territorio con más de 5000 años de historia que aun hoy en día nos sigue maravillando con todos los tesoros que han quedado ocultos bajo la arena del desierto. Y si hablamos de sus antiguos gobernantes, el faraón Tutankamón, es seguramente uno de los más famosos de todos. Pero, ¿Quién fue realmente Tutankamón?
Historia de Tutankamón
Para conocer la historia de este personaje nos tenemos que remontar hasta el 1341 a.C. Tutankamón, nació en la que se conoce como la dinastía XVIII del Antiguo Egipto, una de las más influyentes y poderosas. Su padre, fue Akenatón, un faraón que marcó un antes y un después en la historia de Egipto. Akenatón, llevó a cabo una reforma religiosa por la que se promovió el culto exclusivo al dios Atón, en vez del politeísmo que tradicionalmente se había practicado en Egipto. Además, también trasladó la capital de Tebas a una ciudad de nueva construcción, Amarna, para alejarse de los centros religiosos y políticos tradicionales.
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Como imaginaréis, estas reformas no solo cambiaron las prácticas religiosas, sino también la organización del poder social y económico de Egipto. Los sacerdotes de los antiguos dioses, por ejemplo, que antes habían tenido un poder considerable, se vieron apartados. Esto generó tensiones y descontento en muchos sectores de la sociedad. También la economía se vio afectada. La construcción y mantenimiento de la nueva capital, y también al culto a Atón, afectó a las finanzas de otras áreas del reino.
En cuanto a la identidad de la madre, sigue siendo objeto de debate entre los historiadores. Aunque todo apunta a que era hija de Amenhotep III, y por tanto, hermana de Akenatón. Esta unión entre hermanos era una práctica bastante común en la realeza egipcia, siempre con la intención de preservar la pureza de la línea dinástica.
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Contexto del reinado de Tutankamón
La prematura muerte del faraón Akenatón, que solo tendría 30 o 35 años, y el clima de inestabilidad que generaron sus reformas religiosas, dejaron a Egipto en una situación bastante delicada socialmente. Y es en este contexto en el que Tutankamón ascendió al trono. Con tan solo 9 años de edad, convirtiéndose así en uno de los faraones más jóvenes de la historia.
Su ascenso al trono, significó un punto de inflexión para el país del Nilo, ya que se esperaba que retornara al orden tradicional y se revertieran todas las reformas hechas por su padre. Además, hay que tener en cuenta, que al asumir el poder siendo tan pequeño, implicó que Tutankamón dependió en gran medida de sus consejeros. Con figuras como el Visir Ay o el general Horemheb, que actuaron como regentes en su nombre. Curioso también que, ambos, acabarán siendo también faraones de Egipto, pero eso es otra historia.
Entre las primeras medidas del reinado de Tutankamón, se restauró el culto a los dioses antiguos. Se reconstruyeron los templos que habían sido abandonados o destruidos, y se retornó la capital a Tebas, centro espiritual del dios Amón. Todas estas acciones buscaban no solo volver a reconciliar al pueblo con las antiguas creencias, sino también restablecer la autoridad y legitimidad del faraón con el apoyo de todos los sacerdotes.
A nivel exterior, se retomaron relaciones diplomáticas y comerciales con otros reinos. También volvieron a rearmarse las fronteras, todo para volver a consolidar el poder central de Egipto y su influencia en la región.
Vida y muerte de Tutankamón
En cuanto a su vida personal, Tutankamón se casó con Ankesenamón, su media hermana, hija de Akenatón y Nefertiti, tres o cuatro años mayor que él. De nuevo, una práctica destinada a mantener la pureza dinástica. Además de la inestabilidad del reino, la pareja tuvo que enfrentar también problemas de descendencia, ya que no lograron tener herederos que sobrevivieran. De hecho, en la tumba de Tutankamón se encontraron restos momificados de dos hijas nacidas muertas. Esta falta de un heredero directo también contribuyó a la aumentar la incertidumbre política del reino, sobre todo, tras la prematura muerte de nuestro protagonista.
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Tutankamón, murió de forma repentina alrededor del 1323 a.C, aproximadamente a los 19 años de edad. Las causas de su muerte han sido objeto de debate y estudio entre los historiadores durante décadas, y hay diferentes teorías que intentan explicar lo que sucedió.
Algunos historiadores sugieren que el faraón pudo haber sido víctima de una conspiración y asesinato dentro del palacio, debido a las luchas internas y la inestabilidad del reino en aquella época. Sin embargo, no se han encontrado evidencias claras que respalden esta teoría. Además, los analisis hechos en su tumba tienden a descartar el asesinato como causa de su muerte.
Otra de la teoría que gana fuerza es la posibilidad de que Tutankamón hubiera muerto a causa de una herida. Los estudios que se han hecho sobre su momia revelaron una fractura del fémur izquierdo que pudo haberse hecho en un accidente. Además, la ausencia de signos de curación del hueso indica que ocurrió poco antes de su muerte. Y una herida así, en esta época, podía causar una infección mortal para el que la sufriera. Otros análisis genéticos sugieren también que pudo haber sufrido malaria, además de otras enfermedades hereditarias, posiblemente a causa de la endogamia real. Lo que sumado a un accidente grave, acabaron con la vida de Tutankamón.
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Con su muerte, se acababa la historia de la dinastía XVIII, una época convulsa de la historia de Egipto que cerraba sus secretos para siempre. Sus restos, se enterraron en el valle de los reyes, una tumba equipada con una gran cantidad de tesoros destinados a acompañarlo en el más allá, tal y como marcaban las tradiciones del antiguo Egipto. Una tumba, que quedaría sepultada en el desierto por más de 3000 años. Un secreto que pasó al olvido hasta que, a principios de siglo XX, desveló sus secretos de nuevo.
La tumba de Tutankamón
Desde principios del siglo XIX, sobre todo todo después de la campaña de Napoleón en Egipto, se despertó un gran interés por parte de los académicos, historiadores y también coleccionistas europeos, por toda la cultura e historia egipcia. También, años más tarde, en 1822, el desciframiento de los jeroglíficos por Champollion, gracias al estudio de la Piedra Rosseta, abrió todo un mundo de posibilidades para el estudio y la ampliación de la egiptología. Fueron años de muchas excavaciones, y también saqueos de muchas de las antiguas tumbas de los faraones. Por ello, ya a principios del siglo XX, se creía que todas las tumbas reales ya habían sido descubiertas o saqueadas.
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El joven Howard Carter
Sin embargo, un hombre llamado Howard Carter, estaba convencido de que no era así.
Nacido en 1874, en Inglaterra, Howard Carter fue el menor de once hermanos, hijo de un famoso ilustrador especializado en retratos de animales. Debido a que su salud no era muy buena de pequeño, recibió su educación desde casa, donde desarrolló al igual que su padre, un gran talento en el dibujo y la pintura.
Muy pronto, este talento llamó la atención de varios académicos y arqueólogos, interesados en documentar diferentes objetos encontrados en Egipto. Fue así, y también en parte gracias a los contactos de su padre, que con solo 17 años, fue recomendado a la Egypt Exploration Fund. Hay que tener en cuenta, que hasta antes de viajar a Egipto en 1891, Carter no tenía ningún tipo de formación formal en arqueología. Pese a ello, su gran destreza en copiar con precisión inscripciones y objetos lo convirtió en un candidato ideal para viajar a las excavaciones arqueológicas.
Primeros años en Egipto
Durante sus primeros años en Egipto, trabajó bajo la dirección de Flinders Petrie, uno de los arqueólogos más respetados del momento y pionero en el uso del método científico en la arqueología. Junto a él, Carter participó en las excavaciones de Amarna, como hemos visto antes, la capital construida por el faraón Akenatón, el padre de Tutankamón. Está fue una época clave para Carter, ya que fue cuando adquirió experiencia tanto técnicas de excavación, como en conocimiento de la historia y cultura egipcias.
Ya en 1899, a los 25 años, Carter fue nombrado inspector jefe del Servicio de Antigüedades Egipcias para el Alto Egipto, convirtiéndose así en el responsable de supervisar las excavaciones y proteger los sitios arqueológicos en una gran región que incluía el Valle de los Reyes. Durante este tiempo, Carter supervisó trabajos en importantes sitios como Deir el-Bahari, donde participó en la restauración de la tumba de la reina Hatshepsut, así como en la vigilancia de los monumentos para prevenir saqueos y daños.
Sin embargo, su carrera sufrió un giró en 1905 debido a lo que la cultura popular ha denominado el «Incidente de Saqqara». Un grupo de turistas franceses borrachos, apareció una noche en recinto exigiendo poder entrar. Carter, defendiendo las normas y la importancia del lugar, se negó rotundamente, lo que acabó en una pelea entre las dos partes. Las autoridades británicas y egipcias, presionadas por los diplomáticos franceses, exigieron a Carter que se disculpara, pero este se negó en rotundo a hacerlo y, como consecuencia, fue obligado a dimitir de su cargo en el Servicio de Antigüedades.
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Lord Carnarvon
Apartado de la escena oficial de la arqueología egipcia, no será hasta 1907, conocería a George Herbert, también conocido como Lord Carnarvon. Carnarvon era un aristócrata británico con un gran interés en la egiptología y que buscaba un experto que pudiera dirigir sus excavaciones privadas en Egipto.
Su primera colaboración fue en el recinto de Deir el-Bahari, donde Carter dirigió excavaciones que, aunque no produjeron grandes hallazgos, sirvieron para demostrar que Carter era un gran arqueólogo, lo que llevó a Carnarvon a confiar plenamente en su juicio y metodología.
Durante los años siguientes, Carter y Carnarvon trabajaron en varios yacimientos, pero no será hasta 1914 cuando convencería a Carnarvon de obtener la concesión para excavar en el Valle de los Reyes. Carter estaba convencido de que la tumba de Tutankamón, un faraón poco conocido de la dinastía XVIII, aún no había sido descubierta. Basaba esta creencia en la ausencia de registros sobre su tumba, así como que tampoco se habían encontrado objetos fúnebres asociados a su nombre.
Sin embargo, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, el inicio de las excavaciones en el Valle de los Reyes se interrumpió, y no comenzaron en serio hasta 1917.
Desde entonces, hasta 1922, Carter estuvo buscando sin descanso la Tumba por todo el Valle de los Reyes. Hay que tener en cuenta que excavar en un terreno así era una tarea durísima, y también cara de mantener, y que pese a los sus esfuerzos, los primeros años no produjeron resultados significativos. Esta falta de hallazgos importantes comenzaría a frustrar a Lord Carnarvon, quien en 1922 comunicó a Carter que no podía seguir financiando las excavaciones indefinidamente.
El hallazgo de la tumba de Tutankamón
Convencido de que se encontraban cerca, Carter consiguió convencerlo de que solo necesitaba una temporada más, un último esfuerzo. Con este compromiso, el equipo retomó la excavación en una zona que había sido pasada por alto, cerca de la tumba de Ramsés VI. Tras días de excavaciones, el 4 de noviembre de 1922, un trabajador del equipo de Carter descubrió un escalón tallado en la roca mientras limpiaba escombros. Al continuar excavando, descubrieron una escalera que llevaba a una puerta sellada con cartuchos reales con el nombre de Tutankamón.
Carter, consciente de la magnitud potencial del hallazgo, selló la entrada y envió un telegrama urgente a Lord Carnarvon en Inglaterra: «Finalmente hemos hecho un maravilloso descubrimiento en el Valle; una tumba magnífica con sellos intactos; cubierto hasta su llegada; felicitaciones».
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Carnarvon y su hija, viajaron inmediatamente a Egipto y el 26 de noviembre de 1922, en su presencia y la de otros miembros del equipo, Carter hizo una pequeña abertura en la puerta sellada. Al iluminar el interior con una vela, quedó fascinado por la cantidad de tesoros que se presentaban ante sus ojos: estatuas, objetos de oro, carros y otros artefactos que llenaban toda la antecámara. Cuando Carnarvon le preguntó si podía ver algo, Carter respondió emocionado: «Sí, cosas maravillosas».
Y es que este fue un descubrimiento sin precedentes. A diferencia de otras tumbas reales, que habían sido saqueadas en la antigüedad, la tumba de Tutankamón estaba prácticamente intacta. En su interior se encontraron más de 5000 objetos que debían acompañar al faraón en su viaje al más allá. Un tesoro donde se encontraron joyas, sarcófagos, armas, muebles y, por supuesto, la impresionante máscara funeraria de oro macizo.
Las consecuencias del descubrimiento
Y es que el descubrimiento fascinó la imaginación del mundo entero. Los medios de comunicación internacionales siguieron de cerca cada nuevo descubrimiento, y la fascinación por el antiguo Egipto se disparó. Un renovado interés que tuvo también un gran impacto en la cultura popular, influenciando al arte, la moda y también a la literatura de la época.
Además, el descubrimiento de la tumba de Tutankamón contribuyó también a los avances en la metodología arqueológica. Carter había usado técnicas muy rigurosas de excavación y documentación, lo que puso en valor la importancia de preservar cada detalle para la posteridad. Este enfoque estableció nuevos estándares en la arqueología y contribuyó al desarrollo de prácticas más éticas y científicas en la disciplina.
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Desde entonces, Carter tardaría más de diez años en catalogar y conservar todos los objetos que se encontraron en la tumba. Un trabajo que culminó con la publicación de unos informes que aun hoy en día siguen siendo una referencia fundamental en el estudio de la egiptología.
Y es que el descubrimiento de la tumba de Tutankamón marco todo un hito dentro de este campo. Nos abrió una ventana única e inalterada al pasado de la civilización egipcia. Una mirada en el tiempo que nos acerca a otras épocas del mundo, a otros momentos donde los seres humanos teníamos otra concepción de la realidad y la vida. Al fin y al cabo, otro lugar más, de nuestro increíble e inabarcable planeta.
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