¿POR QUÉ VIAJAR A ISLANDIA?
Hoy os traigo una reflexión personal sobre por qué viajar a Islandia y las conclusiones que saco de este viaje al norte.
Para mi septiembre siempre ha sido el inicio del curso, aunque cuando hace años que acabé la escuela y la universidad. Volvemos de las vacaciones de verano y, normalmente, este tiempo de pausa nos permite parar y reiniciar un poco todos nuestros esquemas. Es una sensación que me encanta.
Por ello, para empezar este nuevo curso, y creo que no podría ser de otra manera, voy a hablaros de mi ultimo viaje, el que, este año, me ha hecho reiniciar un poco mi rutina.
Hoy quiero explicaros las que son, a mi parecer, y después de mi experiencia, las razones para viajar a Islandia. Un territorio seguramente único en el mundo. Y quiero explicároslo, de una forma un poco de diferente. Empezamos.
Estrés. Rutina. Velocidad. Tiempo.
Distancias. Productos. Ansiedad.
El viento.
En un mundo que cada vez va más deprisa, parece difícil encontrar oasis de tranquilidad donde, por unos instantes, preocuparnos solo de ser.
El frenesí del día a día; las obligaciones, laborales y sociales, además de la interminable lista de quehaceres consumen, poco a poco, esto que llamamos vida.
Y es entre toda esta vorágine de caos, en un pequeño respiro de la misma, en la que nuestros pasos, nos llevaron hasta Islandia.
Pero, ¿por qué viajar a Islandia?
Inmensidad
No es ningún secreto que lo primero que sorprende y fascina de esta isla del atlántico norte son sus paisajes. Recorrer Islandia, puede definirse como un viaje hacia la inmensidad de nuestro planeta; un entorno donde la naturaleza, en su más vívida expresión, nos recuerda su fuerza y su empeño, haciéndonos sentir muy pequeños en comparación.
Desde la fuerza de los volcanes, al rugir de los glaciares. Sus prados y montañas. Sus campos de lava. Todo parece estar hecho para que recorriéndola, kilómetro a kilómetro, este viaje sea un recuerdo constante de la grandeza de nuestro mundo.
Caminar, parar y respirar. Es todo lo que nos pedía este entorno privilegiado que, en ocasiones, parecía sacado de otro planeta.
Silencio
Otra de las cosas que más nos impacto en Islandia fueron sus silencios. Por su historia y geografía, Islandia es un país muy, muy despoblado. Para que os hagáis una idea, la isla es en tamaño, similar a Portugal, donde viven más de 10 millones de personas. En Islandia viven unas 375.000 personas. Esto, entre muchas otras cosas, implica que al margen de 2 o 3 pueblos y ciudades más o menos poblados la isla está así vacía de presencia humana.
Por ello, recorrer Islandia se convierte en una experiencia única, un viaje hacia el silencio que nos invade a cada paso del camino. Tuvimos la certeza de que se la isla nos invitaba a la reflexión, a la mirada interior libre del ajetreo y el ruido de nuestro día a día. Algo que nos ha marcado profundamente.
El silencio humano, sin embargo, no implicaba que no nos acompañaran otros sonidos, muy diferentes a los que estábamos acostumbrados. Desde el borbotar de los volcanes al sonido sordo de las cascadas. El sonido único del crujir de un glaciar, el del halo de una ballena tomando aire… y por supuesto, el casi omnipresente, sonido del viento.
El viento
El viento es el último gran acompañante de este viaje. Un viento duro, frío, y que no siempre ha sido agradable. Pese a ello, el viento es un elemento clave, no de este, sino de cualquier viaje. Se trata de la metáfora perfecta del movimiento, del ir y venir de la vida. El viento arrastra lo viejo pero también nos trae lo nuevo. Un continuo cambiar, un ir y venir inevitable que impacta durante todo el tiempo de nuestras vidas.
La tendencia humana siempre nos empuja a luchar contra el cambio. Por comodidad. Por conformismo. Pero el cambio es inevitable. Sin cambio no creceríamos, ni aprenderíamos. Sin cambio no podríamos explorar otros territorios, ni tampoco otras ideas. En los últimos años hemos viajado a muchos lugares, y de muchas maneras distintas. Hemos sentido y hemos probado. Hemos reído y también llorado. Un camino de cambios, díarios, que poco a poco, y juntándolos todos, conforman nuestra vidas.
Esto es lo que significo el viento de Islandia para nosotros.
Si me preguntáis por qué viajar a Islandia, yo os diría que me quedo con estos tres elementos. Por supuesto, hablaremos más adelante de las cascadas, los volcanes, los glaciares y las montañas. Pero para empezar esta temporada quería algo un poco diferente. Al fin y al cabo, algo tenía que cambiar, ¿verdad?
Como siempre, espero que os haya gustado. Si os ha resultado útil o creéis que le puede servir a alguien, podéis compartirlo con vuestros amigos. ¡También, os animo a que os paséis por el canal de Objetivo Horizonte, donde encontraréis videos sobre viajes y lugares del mundo!