LA TUMBA DE QIN SHI HUAN, EL PRIMER EMPERADOR

«Viajamos a China para conocer uno de los misterios arqueológicos más importantes, no solo del país, sino del mundo: la tumba de Qin Shi Huan»

No sé si por interés o por desconocimiento previo, pero este año he empezado a ser consciente de lo poco que sé de China, en todos los sentidos. Desde su historia y geografía, hasta los distintitos tipos de gentes y culturas que viven allí. El gigante asiático, contra todo sentido, me es muy desconocido. Por ello, como ya empezamos hace unas semanas en el artículo sobre Cosas que no sabías de China, esta semana quiero seguir profundizando en ello.

Para ello, he escogido un lugar y capítulo muy concreto de la historia y el patrimonio chino. Al fin y al cabo, un país, además de muchas más cosas, también está formado por sus símbolos. Pues bien, la Tumba de Qin Shi Huan, es uno de los lugares más icónicos que tienes que conocer si quieres aventurarte en un viaje a China.

A primera vista, seguramente, el nombre no te diga mucho. Pero si menciono al ejército de soldados de Terracota, seguramente la cosa cambie. Hoy vamos a profundizar más en quién fue este personaje, de qué época data, por qué es tan importante su tumba y, por supuesto, como podemos visitarla.

Así que, como siempre, comencemos por el principio.

Historia de Qin Shi Huan, el primer emperador

Qin Shi Huang, nació en 259 a.C. en el seno del estado de Qin, uno de los muchos reinos que formaban lo que hoy conocemos a China durante este período. Su nombre al nacer, y esto es importante fue Ying Zheng. Desde pequeño ya fue testigo de las turbulencias y inestabilidad que existía en el reino. Incluso su nacimiento estuvo rodeado de polémica y conspiraciones, ya que algunos creían que era hijo de un comerciante, en lugar de ser descendiente de la línea real Qin.

Ascendió al trono con tan solo 13 años, después de la muerte de su padre, el Rey Zhuangxiang. Durante sus primeros años como rey, el reino fue llevado por regentes y consejeros, pero a la edad de 22 años, Ying Zheng tomó las riendas del poder por completo. Fue entonces cuando comenzó su ambicioso proyecto: la unificación de China.

La visión de Ying Zheng era revolucionaria. En un tiempo donde China estaba fracturada en múltiples reinos que luchaban entre sí, él soñaba con un imperio unificado bajo una sola autoridad central. Comenzó su campaña de expansión y unificación, y usó una combinación de diplomacia, innovación militar y, a veces, brutalidad despiadada. Así, una tras otra, las fuerzas de Qin fueron sometiendo a los estados de Han, Zhao, Wei, Chu, Yan y Qi.

La forma de gobierno de Ying Zheng fue igualmente innovadora. Impuso un sistema legal muy estricto, unificando la escritura, la moneda, las medidas y los sistemas de carreteras para facilitar el control y la comunicación en su vasto territorio. Además, ordenó la construcción de una versión temprana de la Gran Muralla China, destinada a proteger su imperio de las incursiones nómadas.

En 221 a.C., después de conquistar los seis reinos, Ying Zheng se proclamó a sí mismo como el «Primer Emperador», Qin Shi Huang, marcando el inicio de la dinastía Qin y la era imperial en China. Su título, Shi Huang, significa literalmente «Primer Emperador», estableciendo un precedente para las generaciones futuras. Muchos consideran esta unificación uno de los hitos más importantes en la historia china, ya que puso fin a siglos de división feudal y sentó las bases para el desarrollo de la China imperial. ¡Un China que hemos de recordar que duró hasta 1912!

Nuestro protagonista fue un gobernante autoritario y su régimen se caracterizó por su severidad. Implementó políticas como la quema de libros y el entierro de eruditos vivos, en un intento por suprimir las filosofías contrarias al legalismo y fortalecer su propio régimen. Pero, a pesar de su crueldad, sus reformas administrativas y legales jugaron un papel crucial en la formación de la China imperial posterior.

El mausoleo de Qin Shi Huan

La muerte de Qin Shi Huang en 210 a.C. estuvo envuelta en misterio y controversia. Según algunas fuentes, su fallecimiento fue el resultado de ingerir píldoras de mercurio, que supuestamente le otorgarían la vida eterna. Sin embargo, estas píldoras resultaron ser tóxicas y aceleraron su muerte en lugar de prevenirla. El comienzo del fin de la dinastía Qin marcó su fallecimiento, ya que su hijo y sucesor, Qin Er Shi, no logró mantener el imperio unificado y su gobierno colapsó solo tres años después.

Sin embargo, el legado del primer Emperador no desapareció. Uno de los legados más impresionantes de Qin Shi Huang fue su mausoleo. Pero no os confundáis. Esta no empezó a construirse tras su muerte, sino que fue el propio emperador que, en cuanto asumió el poder, empezó con sus obras.

La construcción del mausoleo comenzó en 246 a.C., poco después de que Ying Zheng, a la edad de 13 años, ascendiera al trono del reino Qin. Este proyecto faraónico se prolongó durante casi 40 años y, según algunas estimaciones, requirió el esfuerzo de cerca de 700,000 trabajadores. El mausoleo no solo era un proyecto de vanidad y poder, sino que reflejaba la cosmovisión y la filosofía religiosa de la época. Esta daba mucha importancia a la vida después de la muerte y la necesidad de protección y sustento en el más allá.

Los soldados de Terracota

Sin embargo, lo más destacado de este complejo es el Ejército de Terracota, descubierto accidentalmente en 1974 por agricultores locales que estaban cavando un pozo de agua. Este descubrimiento condujo a una de las excavaciones arqueológicas más significativas del siglo XX. El ejército consta de más de 8,000 figuras de soldados, arqueros, carros y caballos de tamaño natural. Cada uno con rasgos faciales únicos, uniformes detallados y posturas variadas, lo que sugiere que fueron modelados a partir de individuos reales.

El propósito del Ejército de Terracota era proteger al emperador en la otra vida, asegurando que mantuviera su poder y estatus incluso en el más allá. Las figuras estaban armadas con armas reales, que con el tiempo se oxidaron y desaparecieron, pero los huecos en las manos de los soldados de terracota. Se cree que originalmente portaban lanzas, espadas y ballestas. Además del ejército, se cree que la tumba también contenía concubinas, eunucos y sirvientes esculpidos en terracota. Todos ellos destinados a servir al emperador en la vida después de la muerte.

Una Tumba no abierta

Ahora bien, no confudamos términos. Durante todo el artículo os he estado hablando de “el mausoleo”, no de la tumba. El mausoleo completo se calcula que tenía aproximadamente unos 55 kilómetros cuadrados, uno de los más grandes jamás construidos.

La tumba propiamente dicha de Qin Shi Huang, aún sin excavar, es un misterio arquitectónico y arqueológico. Según los registros históricos, especialmente los relatos del historiador Sima Qian que escribió un siglo después de la muerte del emperador, la tumba se encuentra en el centro del complejo funerario. Bajo de una colina artificial de unos 76 metros de altura y con una base cuadrada de aproximadamente 350 metros por lado.

Este montículo funerario, conocido como la Colina Li, se cree que es la entrada a la cámara funeraria subterránea del emperador. Sima Qian describe la tumba como un microcosmos del imperio de Qin, con ríos de mercurio que fluían en un mapa a escala del país y un techo decorado con perlas y gemas representando el cielo estrellado. La tecnología de ese tiempo permitió la creación de un mecanismo que mantenía el flujo de mercurio, imitando los principales cuerpos de agua de China.

Además, se dice que la tumba estaba protegida por trampas ingeniosas, incluidas flechas automáticas diseñadas para dispararse a intrusos, aunque la veracidad de esta afirmación es debatida por los historiadores modernos.

Por todo ello (sobre todo el tema del mercurio líquido es algo importante y sumamente tóxico), la tumba del Primer Emperador sigue sin ser abierta. Todo lo que hay en su interior sigue siendo motivo de especulación. Por ello solo podemos referirnos a ello en base a las fuentes escritas que tenemos. Y puede que así deba ser.

La exploración y sus límites

Pese a que la curiosidad humana es uno de los rasgos que nos han llevado tan lejos como especie, me gusta que existan límites. Que la tumba del primer emperador chino, con todo lo que significa e implica, aun no pueda ser abierta, no hace más que recordarnos todo el camino que aun tenemos por delante.

Pudiera parecer que tras las grandes épocas de la exploración, y con el avance de la tecnología y las comunicaciones, el mundo se ha hecho muy pequeño. Que ya no quedan lugares por descubrir. Y no es así. Nuestro planeta, y nuestra cultura humana siguen guardando secretos esperando a ser descubiertos. Eso sí, en el momento adecuado.

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Alex Tomboix
Soy Alex Tomboix, asesor de viajes, mente inquieta y apasionado del mundo y sus gentes. En este blog de viajes encontraréis información de los países que visito y en los que organizo viajes.
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